Nació en Okayama y se trasladó a Tokio con tan sólo dieciseis años de edad para obtener sú Shian, es decir, sú título superior de artes marciales. En 1893, entró en el Kodokan para practicar y conocer dicha disciplina y fueron tales sus esfuerzos que se decía de él "La técnica es Sutemi, el hombre es Nagaoka".
Un punto a señalar es que gran parte de sus esfuerzos fueron orientados a la instrucción de jóvenes maestros, los cuales se encargarían de formar a nuevos judokas y a los cuales enseñó la importancia de qué la mente y el espíritu unidos serían la causa de obtener la victoria.
Fue de gran referencia como asistente del Presidente del Kodokan, llevando una gran labor a cabo para asegurar la consistente posición que aún hoy en día persiste en el Kodokan. Por todo ello, en 1937, recibe el 10º Dan.
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