A día de hoy,
el Judo está configurado como un arte marcial masculino y femenino, pero no
siempre ha sudo así. Por ello, la entrada de hoy la vamos a dedicar a la
recientemente fallecida Keiko Fukuda que hizo posible el desarrollo y auge del
Judo femenino.
Keiko Fukuda
nació en Tokio el 12 de abril de 1913. Marcada por el fallecimiento de su padre
cuando era aún una niña, su educación fue guiada por su abuelo, su tío y su
madre. Como mandaba la educación japonesa de la época, Keiko aprendió todas
aquellas “artes” y habilidades que una mujer debía conocer como caligrafía,
arreglos florales, la ceremonia del té, etc. Sin embargo, durante su
crecimiento, la presencia de su abuelo Hachinosuke Fukuda (samurái y maestro de
Tenjin Shinyō-ryū jujutsu y, demás, maestro de Kano con anterioridad a la
fundación del Judo) hizo que la pequeña sintiera también afecto por otras artes
no tan femeninas como era el Judo.
Un día Keiko
acudió junto a su madre a ver una sesión de entrenamiento de Judo y le gustó
tanto que unos meses después decidió comenzar ella su propio entrenamiento,
contando con el apoyo de su madre y de su hermano, aunque su tío nunca lo
aprobó. De hecho, el propio Jigoro Kano, en consideración al abuelo de Keiko,
la invitó personalmente a estudiar Judo, convirtiéndose así en una de las 24
primeras y únicas mujeres que estudiaban en el Kodokan (también aprendió del gran Mifune). Así, aunque Kano había
comenzado a enseñar Judo a mujeres en 1893 (con su primera alumna Sueko Ashiya,
de la que hablaremos otro día), no fue hasta 1926 cuando el Kodokan contó con
una sección femenina como tal.
Keiko Fukuda se
convirtió en maestra de Judo en 1937, a los 24 años de edad. Era una mujer
menuda que medía en torno a 1,50 metros y pesaba 45 kg. Junto con el Judo,
Keiko también estudió un Grado en Literatura Japonesa en la Universidad Femenina
de Showa, siendo una mujer bastante instruida.
En 1953 Keiko
consiguió el 5º dan otorgado por el Kodokan, convirtiéndose en una de las dos únicas
mujeres (junto a Masako Noritomi, de la que también hablaremos más adelante) que
habían conseguido dicho grado , el más alto hasta el momento para el género
femenino, ya que no les estaba permitido continuar progresando.
En 1954 viajó
por primera vez a California donde permaneció dos años estudiando;
posteriormente, volvería en 1966 para dar un seminario sobre Judo. Tras este
Seminario, quedaron tan contentos con ella que le ofrecieron impartir sus enseñanzas
en el Mills College donde estuvo enseñando Judo desde 1967 hasta 1978, cuando,
ante el aumento que habían experimentado sus clases, comenzó a enseñar Judo en
el templo budista de Sokiji Zen en San Francisco. Posteriormente y una vez
convertida en una ciudadana americana, fundaría una escuela en la bahía de San
Francisco llamada Soko Joshi Judo Club
En 1972 fue una
de las mujeres que se opuso públicamente a la norma de acuerdo con la cual las
mujeres no podían obtener ningún grado superior al 5º dan de Judo, siendo un
año después cuando tras ser una de las tres primeras mujeres en conseguir el 6º
dan publicó su libro Born for the Mat: a Kodokan kata, donde enseñaba los katas
que se instruían en el Kodokan a las mujeres. En 1974 fundó el Campamento Anual
de Judo Joshi para judokas femeninas donde daba la oportunidad de estas
pudieran entrenar juntas.
En 1990, Keiko
Fukuda obtuvo uno de los grandes reconocimientos de la sociedad japonesa, obtuvo
el premio de la Orden de Japón del sagrado Tesoro, Clase 4. Posteriormente, en
2004, publicó una revisión y ampliación de su obra Born for the Mat, donde se
recoge una guía ilustrada para la realización del Ju No Kata (el cual
explicaremos en su momento en profundidad)
Durante su
larga vida, Keiko Fukuda ocupó puestos de gran importancia y prestigio dentro
del mundo del deporte en general y del Judo en particular, convirtiéndose en un
icono de prestigio; enseñando tanto en Japón, EE.UU, Australia, Canadá,
Francia, Noruega y Filipinas. Keiko recibió en Julio de 2011 el 10º dan de
Judo.
Fukuda continuó
enseñando Judo tres veces en semana hasta el día de su muerte (el 9 de febrero
de 2013) a la edad de 99 años. Keiko transmitió todas sus enseñanzas y
experiencias hasta el final de su vida en la escuela que ella misma había
fundado “la escuela de Judo de Keiko Fukuda” donde animaba a las mujeres a
continuar con su entrenamiento y aprendizaje en Judo.
Además de su
ejemplo de tenacidad, dedicación y esfuerzo, Keiko tenía un lema que todos los
judokas (y especialmente, las mujeres) deberíamos recordar y aplicar en los
momentos bajos de nuestra vida: “Sé gentil, sé amable y hermosa, pero sé
siempre firme y fuerte, tanto mental como psíquicamente”
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